Pymes y RSE en un periodo “oscuro”
Por no caer en un
discurso pesimista, y teniendo en cuenta el contexto económico actual, y si
bien las primeras reflexiones sobre las causas de la presente crisis son necesariamente
tentativas, sí existe cierta unanimidad entre los economistas más prestigiosos
en que es fundamental que los diferentes agentes económicos -empresas,
reguladores, directivos- tengan siempre presentes los principios básicos de la
economía de mercado, principios como la transparencia, la buena fe contractual,
la confianza, el cumplimiento legal, la administración prudente, la veracidad
de las comunicaciones públicas, el respeto a los derechos de los participantes
en el mercado, el compromiso moral con las generaciones futuras, y otros
deberes de este tipo.
Dichos principios, que
conforman en su mayoría la definición de la propia RSE, son en muchos casos, obligaciones
y compromisos más importantes aún que los legales, ya que son necesarios para asegurar
la viabilidad de un sistema económico basado en la libertad individual y
orientado al bienestar general. La contrapartida de la libertad y el bienestar
es la responsabilidad, y ésta se expresa, como mínimo, en la disposición a
aceptar los principios mencionados.
Quizás la búsqueda del
beneficio a corto plazo, haya provocado desajustes que tardarán en remediarse,
si bien todo camino puede reconducirse, aplicando para ello nuevos criterios y
renovados valores, tanto por parte de los individuos en sus papeles de
ciudadanos, inversores, trabajadores y consumidores, como las organizaciones
públicas y privadas.
Las empresas deben de
seguir asumiendo el papel de motores del desarrollo económico, quizás bajo
diferentes perspectivas, pero en ningún caso, renunciando al rol que han venido
desempeñando a lo largo de la historia.
De ahí que en cuanto al
impacto real de la crisis sobre la RSE, algunos analistas han vaticinado que un
periodo como el actual acabaría por “finiquitar” la desaparición de la RSE,
comparándola con otras tendencias económicas del pasado que siguieron este
camino. Por otro lado estarían los alineados con una visión mucho más
optimista, que ven en la crisis una oportunidad de replantear los programas de
RSE, haciendo uso de éstos las empresas para diferenciarse de las demás
compañías, lo que se traduciría, en definitiva, en un impuso a estas políticas
dentro de éstas empresas.
Ambas tendencias han sido y
son, objeto de debate continuo por parte de analistas y consultores, pero
quizás sean los propios protagonistas, los empresarios y también los propios
beneficiarios, los que deban decidir sobre el camino a seguir, alentando en
todo caso a seguir apostando por iniciativas que ayuden en el caso de las
empresas a posicionarse dentro de su ámbito de actuación, y que dichas iniciativas
sean reconocidas por los destinatarios de las mismas, clientes, proveedores y
entidades públicas, más si cabe en un periodo en el que la realización de
actividades voluntarias y solidarias, es más importante que nunca.